Apreciados amigos, ministros Joel Santos, Jochi Vicente y Dario Castillo.
Distinguidas viceministras, viceministros, directores
Colegas del sector público
Es para mi un verdadero placer dar estas palabras introductorias al Segundo Encuentro Nacional de Planificación e Implementación de Políticas Públicas.
Desde el inicio de esta gestión nos hemos propuesto mejorar la calidad del gasto y de las políticas públicas con el objetivo fundamental de mejorar calidad de vida de la gente. Para conseguir esto, necesitamos hacer lo que no habíamos venido haciendo con suficiente fuerza y rigor, planificar y articular.
Planificar empieza por identificar problemas cruciales que hay que resolver para lograr más bienestar para la gente, y pasa por definir los productos públicos indispensables que contribuyan a ello, así como los procesos y los recursos necesarios para lograrlo. También implica dar seguimiento y evaluar y revisar políticas, cuando sea necesario.
Articular es trabajar juntos, de forma coordinada y mutuamente informada, en los procesos relevantes, de tal forma que identifiquemos complementariedades, hagamos sinergias, nos apoyemos y evitemos duplicidades y contradicciones.
En el Primer Encuentro Nacional de Planificación, centramos nuestra atención en la planificación y la rendición de cuentas. En este Segundo Encuentro queremos poner el énfasis en lo que estamos haciendo para articularnos y potenciar los resultados, y en todo lo que nos queda por hacer en esta materia.
Sin embargo, para reflexionar sobre lo que hemos logrado, debemos de tener una mirada de lo que heredamos. Como en muchos aspectos, la herencia fue tanto positiva como negativa. Del lado positivo tenemos una buena legislación, un despliegue de normativas e instrumentos que fueron concebidos y desplegados por los equipos que nos antecedieron a lo largo de la última década y media y, sin temor a la inmodestia, una buena capacidad analítica y reflexiva. El resultado de ello es que, si bien hemos
sido capaces de producir trabajos analíticos y documentos de planificación de alto nivel, su impacto en las políticas públicas ha sido modesto.
Del lado negativo, un tema destacado ha sido la desarticulación. Desde la separación del antiguo Secretariado Técnico de la Presidencia, las entidades procreadas tomaron cada una su propio rumbo, y olvidaron la razón principal de su creación: la coherencia de la política pública a través de la articulación y alineación del presupuesto y evaluación de desempeño a los resultados prioritarios de la planificación para el desarrollo.
Es así como, con el paso de los años:
Así se creó una situación donde todo el mundo se dedicó a cuidar y proteger su pequeña parcela, olvidando que la verdadera cosecha se obtiene aunando fuerzas para alcanzar mejores políticas y mejores resultados.
Desde que se inauguró este gobierno decidimos cambiar esa situación. No más desarticulación de los encargados de articular al Estado. No es la parcela de MEPYD la que debemos cuidar, no es el patio de Hacienda el que hay que proteger, no es solo la rectoría del MAP la que hay que defender. Es la del bloque de rectores en su conjunto, en el que, cada uno con sus fortalezas, aportan un eslabón de esta cadena de promoción y protección de la calidad de las políticas públicas.
Es justo reiterar que esta transformación ha sido posible porque nos montamos sobre instrumentos y herramientas institucionales que, pese al alejamiento y falta de comunicación interinstitucional, se habían creado en el marco de un esfuerzo continuo de institucionalización del Estado el cual se enfrentó, en aquel momento, a un contexto muy desfavorable.
Creo que el esfuerzo por superar el lado negativo del legado está rindiendo frutos. Hoy asistimos a la rendición de cuentas de algunos de esos esfuerzos concretos.
El compromiso con esta nueva forma de hacer política pública se hizo evidente desde el inicio de la gestión. En diciembre de 2020 los ministros de la Presidencia, de Economía, Planificación y Desarrollo, de Hacienda y de Administración Pública, en un acto en el Palacio Nacional, firmamos, ante la presencia de los demás ministros de Gobierno, el Protocolo Interinstitucional para el Fortalecimiento del Sistema Nacional de Planificación como Herramienta para la Asignación de los Recursos Públicos.
Ese protocolo dictaba 10 líneas de acción prioritarias que habrían de mejorar la gestión de nuestras políticas. Aunque parezca exagerado, hoy podemos mostrar resultados en todas y cada una de esas 10 líneas de acción. Y todos hemos contribuido a ello, comenzando por la formulación del Plan Nacional Plurianual del Sector Público, el cual se convirtió en la guía de la producción de todas las instituciones.
El PNPSP alineó la planificación de los entes centralizados y descentralizados, logrando algo casi impensable en ese momento, y es que, todas las 116 instituciones llamadas a realizar planificación estratégica entregaron sus matrices de resultados y productos estratégicos al 28 de febrero de 2021.
Al mismo tiempo, las autoridades de Hacienda, DIGEPRES y MEPyD mostraron la voluntad política de hacer las cosas de manera diferente y lograron alinear sus versiones de cadena de valor público. Para el presupuesto formulado de 2022, las 21 instituciones que más impacto
generaban en el PNPSP y en el presupuesto tenían alineadas su estructura programática a su estructura de producción estratégica institucional. Lo impensable hace 4 años, ahora ya era una realidad: la estructura presupuestaria de las instituciones es una fotocopia de la estructura de producción estratégica de esas entidades.
Y esto no solo ocurría en el marco del gasto corriente, sino también en el acápite de gasto de capital y de Inversión Pública. Con la instrucción expresa del presidente, acabamos con el relajo en que se había convertido el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP). En un esfuerzo mancomunado entre MEPyD y DIGEPRES, arrancamos de raíz la funesta costumbre de aprobar los llamados “SNIP Transitorios” sin justificación suficiente o los “SNIP Jumbo” donde todo cabía. Los primeros eran la más burda manera de evadir los controles de este sistema, facilitaban autorizaciones al vapor y volvían muy vulnerables los proyectos a prácticas ilegítimas. Los segundos eran una manera más “light” de esta evasión de reglas, pues bajo la autorización de un proyecto abultado en componentes y de muy ligera descripción, se podía durar años gastar recursos de cualquier índole, sin control, y extender en el tiempo los proyectos hasta que quisiera la autoridad correspondiente.
Y cuando empezamos a cambiar eso, ya la planificación empezaba a dejar de ser el florero bonito, para comenzar a guiar el primer eslabón de la gestión por resultados, que es un presupuesto por resultados.
Así, todos los aquí presentes y los ministros sentados en este panel, asistimos el 1ro de diciembre de 2021, al lanzamiento público del Plan Nacional Plurianual del sector Público, evento en el cual comenzábamos a hacer galas de la nueva forma de hacer la política, tal como se prometía en el Programa de Gobierno del Cambio.
Desde ese momento, la articulación entre rectores se extendió y se priorizaron las otras instituciones hermanas en esta familia institucional: el MINPRE y el MAP.
Un MINPRE que, sin descuidar su misión de monitorear la gestión gubernamental, ya daba importantes pasos para lograr que el anterior sistema de monitoreo se hiciera más efectivo y alineado a las prioridades reales del gobierno que no eran otras que las prioridades para el Desarrollo consignadas en el PNPSP.
Lo mismo un MAP que, desde su más alta autoridad, pasando por sus mandos medios y equipo técnico, entendió que no era posible seguir dictando resoluciones, monitoreando y evaluando acciones, sin que estas se tradujeran en verdadero cambio en la calidad de vida de nuestra gente. Es así como, desde inicios de la gestión, el equipo del MAP puso a disposición de esta familia de rectores, sus herramientas de monitoreo y evaluación, para que fueran verdaderas herramientas de promoción de los resultados del desarrollo y la planificación.
Ese fue el comienzo.
A partir de allí, DIGEPRES ha continuado avanzando en dejar su legado de fomento de la transparencia y eficiencia del gasto con alta participación social en sus decisiones. Quisiera recordar algunos esfuerzos:
Y el MAP, es ejemplo de voluntad de articulación. Me permito mencionar tres evidencias:
Y todo esto, colegas, en menos de 3 años de gestión. Un verdadero cambio, una nueva forma de hacer la política pública, en muy poco tiempo.
Sin embargo, no podemos esperar cambiar 20 años de cultura de desarticulación en menos de 36 meses de gestión. Todavía nos quedan vestigios de esa vieja forma de hacer las políticas públicas, todavía debemos trabajar para que lo nuevo se vuelva la costumbre.
Por eso, en vez de emborracharnos del éxito de esta pequeña cosecha, debemos enfocarnos en que la nueva forma de hacer política se convierta en la norma de todo el Estado en su conjunto. En palabras domingueras, que se institucionalice y que sea práctica cotidiana.
A partir de ahora, enfrentamos al menos 3 retos que merecen nuestra atención: en el corto plazo:
– aunar fuerzas para que en el cierre de esta gestión de gobierno lo importante prevalezca sobre lo urgente.
– generar las capacidades y condiciones para que este espíritu de articulación se traslade al interior de cada institución.
– lo que acabo de indicar: lograr que éstas buenas prácticas sean sostenibles.
La experiencia reciente nos ha mostrado que en la medida en que se acercan las elecciones, crece el riesgo de abandonar lo importante y concentrarse en lo que se entiende como “urgente” por réditos políticos inmediatos. También crece el incentivo a promover prácticas clientelares e intervenciones fuera de los esquemas de la planificación y las prioridades y fuera de los esquemas normativos establecidos.
Sin embargo, desde nuestra más alta autoridad, hemos recibido públicamente la encomienda reforzar la marcha en lo que concierne a la pulcritud y la transparencia con que hemos actuado en estos primeros 3 años de gobierno. En nuestro caso, como protectores de la institucionalidad, deberemos estar más atentos y unidos que nunca para lograr “facilitar” la gestión eficiente y oportuna de las instituciones sin que ello riña con las reglas que con tanto esfuerzo hemos hecho prevalecer.
Por otro lado, estamos obligados a hacer que la construcción de capacidades y condiciones para que la articulación entre rectores sea el mejor ejemplo para la articulación entre instituciones y dentro de las instituciones. Para ello debemos enfocar el esfuerzo en tres direcciones:
Por último, insisto en que el mayor reto que enfrentaremos es lograr la institucionalización de estas nuevas buenas prácticas. Aquí les hablo a mis colegas ministros: “Hay que buscar la manera de que lo que hemos hecho se mantenga en el tiempo”. Y esto creo que pasa el menos por 3 elementos:
Colegas, permítame concluir reiterando que, debemos sentirnos satisfechos por los cambios que hemos logrado para hacer mejores políticas públicas, debemos seguir promoviendo la articulación horizontal y vertical y en todas las esferas del Estado y, debemos consolidar y proteger estos logros que, como equipo, hemos alcanzado, del peligro de ser desplazadas con el paso del tiempo.
Muchas gracias.