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3 agosto, 2015La República Dominicana tiene importantes avances macroeconómicos, pero su producción continúa con escaso poder agregado y sus niveles de competitividad e innovación presentan importantes rezagos en el plano internacional, afirmó Roberto de Groote, consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El experto internacional consideró que para revertir esa situación, “resulta imprescindible buscar las formas de aumentar el valor agregado a nivel nacional y que dicho proceso se realice de manera competitiva”.
Al presentar el “Diagnóstico Preliminar del Sistema Nacional de Innovación y Competitividad en la República Dominicana”, durante un acto celebrado en el Palacio Nacional, De Groote señaló que para aumentar el valor agregado se requiere desarrollar “una activa política pública de desarrollo de la innovación y mejoramiento de la competitividad, materias en las cuales las estadísticas reflejan, de manera inequívoca, la presencia de importantes espacios para avanzar”.
La actividad, celebrado en el salón Verde, en el Palacio Nacional, fue encabezada por el Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), ingeniero Temístocles Montás y contó con la presencia de la Ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Ligia Amado Melo; de la Representante del BID en el país Flor Montealeggre y del Viceministro de Gestión de Competitividad, Juan Reyes. Otro expositor en el acto fue Carlo Pietrobelli, economista líder de la División de Competitividad e Innovación del BID.
De Groote, según una nota de la Unidad de Comunicaciones del MEPyD, apuntó que República Dominicana presenta condiciones de estabilidad económica, social y política que contribuyen a generar un clima favorable para el desarrollo de la innovación y el mejoramiento de la competitividad.
Además, el diagnóstico encontró que existe consenso pleno entre las organizaciones públicas, privadas y académicas acerca de la importancia de desarrollar políticas públicas de apoyo a la innovación y la competitividad.
“Hay una buena disposición al trabajo conjunto, público privado, lo que constituye un factor clave para el fortalecimiento del sistema nacional de innovación y competitividad”, señaló el experto, según nota de la referida Unidad.
No obstante, el estudió halló “importantes deficiencias en la coordinación del sistema nacional de innovación y competitividad, especialmente entre los principales actores del sector público”.
Como consecuencia de esa falta de coordinación, se encontró que se realizan “múltiples acciones aisladas (decretos, leyes, programas) sin un enfoque sistémico, y muchas veces sin los recursos humanos y financieros”.
De Groote recomendó a los actores públicos que logren conciliar los roles e intereses de los ministerios de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), de Industria y Comercio (MIC) y MEPyD porque constituye un elemento fundamental para avanzar.
Asimismo, plantea la necesidad de “analizar y potenciar el rol estratégico y las formas de gestión del CNC (Consejo Nacional de Competitividad)”, a la par que halló que hay una escasa vinculación entre las universidades y centros tecnológicos con los sectores productivos.
“La escasa investigación que se realiza en el país tiene su origen, principalmente, en la demanda del propio sector académico y no del sector empresarial”, apuntó De Groote.
El experto constató que hay poca vinculación de la investigación e innovación con el mercado y por tanto, “es de relativamente poca relevancia para el sector empresarial y hay pocas posibilidades de lograr financiamiento para su implementación”.
Dijo que tanto las universidades como los centros tecnológicos tienen importantes necesidades de inversión en infraestructura, equipamiento y capacitación de sus recursos humanos para atender adecuadamente las demandas del sector productivo en materia de innovación y competitividad.
“Las Zonas Francas presentan una gran oportunidad para la agregación de valor en el territorio nacional a través del desarrollo de proveedores y clústeres en las cadenas de valor de las empresas allí instaladas”, puntualizó De Groote.
Innovación en América Latina
Durante el acto también habló el doctor Carlo Pietrobelli, jefe de la División de Competitividad e Innovación del BID, quien abordó el tema “Apoyo del BID a los Sistemas de Innovación en América Latina a la luz de Buenas Prácticas Internacionales”.
Al respecto, Pietrobelli dijo que la innovación mejora la productividad, lo cual ha quedado demostrado porque las empresas en América Latina aumentan su probabilidad de introducir innovación de productos y procesos si invierten en innovación.
Explicó que con más de10 % en gastos en Innovación, Desarrollo e Investigación es igual a más de 1.7 % probabilidad de innovar, lo que se traduce en más de 1.3% ventas.
Pietrobelli manifestó que la productividad del trabajo de las empresas innovadoras supera en más de 50 % la de las empresas no-innovadoras, aunque reconoció que estas relaciones varían en función de las capacidades y características de las empresas, como son el tamaño y la cantidad y calidad de capital humano.
Al definir la innovación, Pietrobelli se acogió a lo establecido en 1992 por la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), cuando dijo que se trata de “la implementación de un producto, servicio, servicio o proceso nuevo o significativamente mejorado”.
Expresó que por lo general la innovación está orientada a la creación de valor.
Hizo una comparación entre países para destacar que las economías son más productivas en aquellas naciones donde la innovación y la investigación constituyen una prioridad del Estado, el sector empresarial y las academias.