Durante el último siglo gran parte de los países del mundo han centrado sus esfuerzos en mantener la
paz, reducir el número de personas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad, y en generar
las condiciones para un desarrollo sostenible y amigable con el medio ambiente. Sin embargo, hay
evidencia suficiente para concluir que ningún país podrá, por sí solo, erradicar la pobreza, desigualdad,
inseguridad y abandono en el que viven millones de personas en el mundo; ni podrán hacer frente a
los cada vez más frecuentes e implacables efectos de la crisis climática. Estas situaciones relevan la
necesidad de que todos los actores unan esfuerzos para alcanzar el desarrollo sostenible e inclusivo
como una responsabilidad colectiva.