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La República Dominicana se perfila como la mayor economía del Caribe y Centroamérica desde hoy y por los próximos veinte años, por lo que el país tiene que mejorar la cualificación de la política exterior y la eficacia de la diplomacia, afirmó este jueves el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, ingeniero Temístocles Montás.
Montás sostuvo que lograr esa mejoría es posible porque República Dominicana cuenta con el marco constitucional y la definición de su Estrategia Nacional de Desarrollo que establecen “cómo relacionarnos con nuestros vecinos de estas subregiones, así como con el resto de las economías de América Latina”.
Al hacer una ponencia durante el Foro de la Diplomacia Dominicana, que se celebra en el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministro de Economía dijo que el servicio exterior “debe servir de antena para que nuestros hacedores de política conozcan cómo actúan y reaccionan los países donde desempeñan sus funciones para hacer frente a los desafíos de las mega-tendencias mundiales”.
Consideró que al apropiarse de informaciones de gran valor, los diplomáticos deben propiciar los ajustes necesarios a las políticas interna y exterior, a fin de que puedan contribuir eficazmente al logro de los objetivos de desarrollo y la promoción y defensa de los intereses nacionales en contextos cada vez más complejos.
Montás habló en presencia de los ministros de Relaciones Exteriores, Andrés Navarro y de la Presidencia, Gustavo Montalvo, así como de embajadores, cónsules y el resto del personal diplomático dominicano acreditado en diversos países.
“Nuestra diplomacia no sólo debe ayudar a identificar las oportunidades y amenazas actuales para promover y defender nuestros intereses nacionales; también ha de contribuir a detectar las oportunidades y amenazas futuras que incidirán de forma decisiva en la determinación de nuestro posicionamiento en el mundo”, afirmó el Ministro, de acuerdo con una nota de la Unidad de Comunicaciones del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.
Montás exhortó a provocar un cambio en la cultura de hacer gestión de política pública, tanto en el plano interno como en el de las relaciones exteriores, para lograr la articulación de ambos ámbitos, porque “se precisa establecer un canal de transmisión de doble vía entre lo que hace nuestra diplomacia y lo que se hace internamente, para actuar de forma coherente en la promoción de nuestros objetivos nacionales, regionales y globales en coherencia con lo establecido en la Constitución y en la Estrategia Nacional de Desarrollo”, agregó.
Al examinar más a fondo las mega-tendencias a las que el servicio exterior debe estar muy atento, Montás dijo que existen fuentes, dentro de las cuales identificó al Consejo de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos, Oficina de Consejeros de Política Europea (BEPA) y el Proyecto Millenium, entre otros, que ya han identificado la emergencia de un conjunto de mega-tendencias que están perfilando el mundo de los próximos 25 años en lo político, tecnológico, ambiental, económico y social.
Entre las mega-tendencias identificadas por estas fuentes y que los diplomáticos deben tomar en cuenta, Montás citó “la existencia de un mundo multipolar y policéntrico, con mayor difusión del poder global y el desplazamiento del poder de Occidente hacia el resto de los países, particularmente los países del Sur”.
Asimismo, el surgimiento y fortalecimiento de actores no estatales y de la actuación en redes en ámbitos que pueden ser favorables o desfavorables a los intereses nacionales.
Montás citó, además, “la emergencia de una clase media inicialmente frágil en los países en desarrollo con mayor acceso a educación, equidad de género y que demanda cambios en las relaciones de poder político”.
Igualmente, las tecnologías disruptivas en proceso de desarrollo asociadas a la robótica, bioingeniería, nanotecnología, tecnologías asociadas al uso de recursos naturales y a la extensión de la salud y la vida, que pueden cambiar de manera significativa la demanda laboral.
Montás citó también “el crecimiento de la población mundial que vive en países en desarrollo, junto a reducción de tasa de fertilidad y envejecimiento de la población a nivel global, lo que presionará sobre el sistema de salud y de seguridad social”, los procesos masivos de urbanización, la fuerte demanda y tensiones por el acceso a agua, energía y alimentos, así como el cambio climático y los efectos del calentamiento global sobre la infraestructura, los recursos naturales y las personas.
China, Cuba y Haití
Según Montás, el país no puede descuidar las relaciones exteriores con los socios tradicionales: Estados Unidos, Canadá y Europa porque seguirán siendo espacios de gran relevancia no sólo por los lazos económicos y comerciales, sino también culturales, políticos y sociales, dada la alta presencia de población dominicana en esos espacios, pero tiene que aprovechar los mercados emergentes.
“La multipolaridad nos obliga a prestar atención a la diversificación de los mercados de exportación de nuestro país tomando en cuenta la emergencia de nuevos centros de poder económico”, dijo Montás, quien de inmediato identificó a China como un socio que “amerita un salto cualitativo” porque no puede perderse de vista que ese país es el segundo socio comercial de la Republica Dominicana cuando se toma en consideración tanto las importaciones como las exportaciones.
“El resto de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica), así como Japón y Corea del Sur, son relevantes no sólo por el potencial mercado para nuestros productos y para la atracción de inversiones, sino también por las implicaciones que la presencia de estos países tiene en la redefinición de la nueva gobernanza global”, apuntó el Ministro.
Los Retos en el Caribe
En el caso de Cuba, Montás sostuvo que el país tendrá que lidiar con las implicaciones que habrá de tener sobre la economía dominicana la eventual apertura de Cuba al mercado norteamericano.
En lo relativo a las relaciones con Haití, Montás dijo que estas revistes “la más alta prioridad de política exterior de la República Dominicana”, no sólo por la importancia económica y comercial que tiene al ser el segundo mercado más importante de las exportaciones dominicanas, sino también “por las implicaciones que tiene la ya desbordada presión migratoria para nuestra pervivencia como nación y para la realización de los grandes objetivos nacionales de desarrollo”.
Manifestó que de acuerdo con las proyecciones de The Milleniun Project: Latinoamérica 2030 y del Frederick S. Pardee Center for International Futures de la University of Denver hay tendencias en la isla de Santo Domingo “que son de trascendencia vital para nuestras relaciones exteriores”.
Entre esas tendencias, Montás citó que la población que habita la isla de Santo Domingo ascenderá a 25 millones en 2030, distribuida prácticamente igual entre Haití y República Dominicana.
No obstante, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de República Dominicana pasaría, a precios del año 2000, de US$5,296 en 2010 a US$12,000 en el 2030, mientras que en Haití pasaría de US$720 en 2010 a US$1,043 en 2030.
“Esto significa que la brecha de ingresos entre ambos países se ampliará si las tendencias actuales se mantienen. Al 2010 esta brecha era de 7 a 1. Para el 2030 se proyecta que sea casi 12 a 1”, puntualizó Montás.
Explicó que las diferencias económicas entre ambos países también son notorias cuando se comparan los gastos gubernamentales, pues para 2010 el gasto del gobierno dominicano fue equivalente a US$12,240 millones y se proyecta que pase a US$32,550 millones en 2030, mientras que Haití pasaría US$1,708 millones en 2010 a US$3,488 en 2030.
Agregó que en el periodo 2010-2030 se proyecta que la República Dominicana reduzca la tasa de pobreza extrema del 1.61% al 0.42%; en cambio en Haití lo que se espera es que se incremente de 57.9% a 59.0%.
“Un análisis somero de las implicaciones de estas proyecciones lleva a concluir que las presiones migratorias de Haití hacia la República Dominicana tenderían a agravarse; el stress sobre los recursos ambientales de la isla se profundizaría y aumentaría la presión sobre el desarrollo social en República Dominicana en caso de no ordenarse los flujos migratorios”, concluyó Montás.