Experta advierte sin sistema de medidas RD no puede comprobar calidad en bienes y servicios
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4 diciembre, 2014SANTO DOMINGO.— Lograr la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente para avanzar en la convergencia de América Latina hacia los niveles de ingresos y bienestar logrados por las economías desarrolladas en otras latitudes, afirmó el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, ingeniero Temístocles Montás.
Expresó su comentario en la apertura este martes del acto de lanzamiento por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de un estudio sobre desarrollo productivo que comentaron también su representante en el país,
Flora Montealegre, y la presidenta de la Asociación de Industrias, Ligia Bonetti.
Con relación al contenido del libro ¿Cómo repensar el desarrollo productivo?: Políticas e instituciones sólidas para la transformación económica”, Montás dijo que también la experiencia muestra que el mercado por sí solo no garantiza un salto cualitativo, sobre todo después de haber constatado el poco avance de la capacidad innovadora y productiva de la región bajo el credo de que la mejor política industrial es la que no se hace.
La investigación fue presentada por Ernesto Stein, Economista Principal del Departamento de Investigación del BID, y comentada también por la directora de la Unidad Económica y Social del Ministerio, Magdalena Lizardo; el economista Pável Isa Contreras, y el rector del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, Julio Sánchez Maríñez, con la moderación del rector de Intec. Rolando Guzmán. El acto tuvo lugar en el hotel JM Marriot, en esta capital.
Montás sostuvo en otra parte de su comentario que el libro centra la atención en dos puntos clave: “la necesidad o no de política de desarrollo productivo y la institucionalidad necesaria para implementarla”, informó la Unidad de Comunicaciones del Ministerio.
Dijo que el primer asunto concierne a la identificación de si existen fallas de mercado, si hay un rol para la acción pública y qué tan efectiva puede ser esa acción pública y el segundo a las capacidades institucionales asegurar un proceso eficaz de diseño e implementación de la política de desarrollo productivo.
“Creemos acertado el enfoque de repensar el desarrollo productivo y no meramente repensar el desarrollo de un sector específico. Este enfoque amplio nos conduce a identificar las interrelaciones, restricciones y sinergias que existen para expandir y diversificar la capacidad productiva de un país y aumentar su productividad y competitividad”, expresó el Ministro.
Citó de ejemplo el turismo, donde a su juicio “el aprovechamiento del potencial de desarrollo turístico, sustentable en el tiempo y que genere alto valor e impacto en la economía y la sociedad, no es posible sin pensar en el desarrollo de la cadena de proveedores, que implica pensar en las políticas que inciden en el desarrollo de los distintos eslabonamientos de la cadena. Es decir, la producción de alimentos, de mobiliario y equipamiento, el transporte, los servicios básicos de electricidad, agua, saneamiento y comunicaciones, provisión de servicios ambientales y la formación y capacitación laboral, entre otros”.
Consideró que si no se presta atención a toda la cadena de valor, “tarde o temprano comenzarán a aparecer los problemas y limitaciones que impiden que un determinado sector o actividad desarrolle todo su potencial”.
Montás afirmó que pensar en el desarrollo productivo no implica que todo tenga que hacerse al mismo tiempo, pero es preciso “identificar y prestar atención a los eslabonamientos intersectoriales clave y que se necesitan políticas para desarrollar las externalidades positivas que elevan la eficiencia y productividad en toda la cadena de valor sistémico”.
Manifestó que un aporte importante del libro es que propone prestar atención a la conformación de una mezcla adecuada de políticas horizontales que benefician a una amplia gama de actividades productivas y políticas verticales que benefician a sectores o actividades productivas específicas, dirigidas a producir bienes públicos o a intervenir en el mercado.
Agregó que el documento propone que “lo relevante al momento de decidir sobre la puesta en marcha de una determinada política de desarrollo productivo es preguntarse si existe una falla de mercado que impide que una actividad, que se considera necesaria o de alto impacto positivo, efectivamente no se desarrolle”.
En otras palabras, sostuvo que lo que se procura es “identificar porqué el mercado por sí solo no permite el desarrollo de la actividad. La segunda pregunta es indagar si la intervención pública puede corregir la falla de mercado o si por el contrario, esa intervención en lugar de resolver el problema puede terminar empeorando la situación”.
Al aportar un juicio de valor sobre esos aspectos del libro, Montás dijo que esas preguntas “constituyen dos criterios decisivos para priorizar la intervención pública en materia de desarrollo productivo. Esto implica que los recursos públicos, tanto humanos como financieros, se dirijan hacia donde se necesita y se tiene alta posibilidad de generar el impacto deseado”.
En lo relativo a las capacidades institucionales, el Ministro indicó que el documento señala que en lugar de que los países se empeñen en que esas capacidades institucionales se centren “en querer implementar las mejores prácticas, pasen a centrarse en querer la mejor adecuación”.
Montás dijo que esto obedece a que “toda política pública, y en particular la de desarrollo productivo, está asociada a un contexto que determina su probabilidad de éxito o fracaso”, por lo que “hay que pensar en los ajustes y adaptaciones que una determinada política, implementada exitosamente en otros lugares, debe experimentar para que también resulte exitosa en nuestro país”.
Asimismo, sostuvo que es necesario desarrollar una institucionalidad que sea capaz de innovar en el abordaje de los problemas y el desarrollo de soluciones. “Es una tarea difícil, pues como bien señala el libro, es necesario conocimiento técnico, pero sobre todo el desarrollo de un ambiente propicio para la experimentación y la evaluación sistemática para medir la efectividad de lo que se hace”, puntualizó.
Mientras que la representante residente del BID en el país aclaró que El libro aborda solo un aspecto en esta problemática, las políticas dirigidas a fomentar las actividades de los sectores productivos, que definió como un instrumento fundamental para el desarrollo económico de los países que, por si solas, no son una panacea.
Sugirió complementarlos con otros instrumentos que los responsables de políticas tienen a su disposición para crear mejores condiciones para el aumento de la productividad, como la mejora de la calidad educativa, la reforma de los mercados financieros, la reforma laboral y los incentivos a la formalización laboral y de las empresas, entre otros. Ajustar el actual modelo para generar exportaciones con mayor valor agregado y dinamizar la economía como importante reto en la actualidad, contexto en que dijo resulta relevante la pregunta central del estudio de cómo repensar el desarrollo productivo para la trasformación económica.
Recordó que en los últimos 50 años los países de America Latina y el Caribe no han logrado disminuir la brecha de productividad respecto a las economías más avanzadas o a las emergentes más exitosas del este asiático. “Mientras que el típico tigre asiático disminuyó su brecha de productividad con los Estados Unidos de 51% al 33% entre 1960 y 2010, la brecha de productividad del típico país latinoamericano creció significativamente del 27% al 48% en el mismo periodo”, citó.
Agregó que el gran déficit de productividad con que se utilizan los factores de producción en América Latina y el Caribe ha sido una preocupación central en la agenda de investigación y de trabajo operativo del BID en los últimos años, pero que hay diversos factores que explican este déficit y diversas políticas que pueden ser implementadas para establecer las condiciones para mejorar la productividad.
“En la republica dominicana se viene dando un importante debate que debe ser profundizado, en torno a la necesidad de ajustar el actual modelo de desarrollo económico basado fundamentalmente en la atracción de inversiones directas a través de incentivos fiscales y zonas francas que, si bien ha generado tasas de crecimiento por encima de la media de la región no ha logrado crear empleos formales suficientes ni reducir significativamente los niveles de pobreza y desigualdad”, recordó.
Advirtió a seguidas que además existe la amenaza de cambios externos, como la eliminación de las exenciones otorgadas a ciertos países en 2015 en el marco del acuerdo sobre subvenciones y medidas compensatorias de la OMC, que ha resultado en una economía dual, con sectores bastante dinámicos asociados a la actividad exportadora de bienes, sobre todo de zonas francas y de servicios, turismo, junto a sectores poco dinámicos, limitados en la producción para el consumo local.